sin titulo


Yo soy una niña, lo sé, pero no lo tengo tan claro. Cada mañana me despierto feliz por el nuevo día, deseando que empiecen nuevamente las clases. El color rosada es mi color favorito, todo en mi es rosado mi piesa, mi ropa, mis sueños, mis juguetes, TODO. ¡Incluso mi amor secreto es rosado!






Mis amigas dicen que debo crecer, que ya tengo 16 años, que las películas de Barbie no son para mi edad. Yo les digo que es lo que me gusta, no entienden.

Alicia adora ir a fiestas, a Amalia le encantan los conciertos, Amanda adora a mi pololo, a Armanda le gusta hablar por teléfono, y ¿a mí?, a mi me encanta el rosado.

No digo que no me gusten otras cosas, me encantan los chicos, cuando están lejos de mí, menos mi pololo, por supuesto. Tampoco digo que sean adecuados mis gustos, pero son mios, déjenme vivir.

Cuando mis padres murieron me dejó de importar los comentarios del resto, me encerré en lo que más amaba, el ROSADO. Eso ya hace más de 10 años, nada ha cambiado desde entonces.

Me crié con mis abuelos, ellos me mimaron, es cierto, pero no eran mis padres. Maldito incendio que me dejó huérfana.

Creo ser una persona bastante interesante, después de todo el rosado no es lo único sobre lo que sé, me encantan las artes, la expresión corporal, los debates, los animales y los deportes. Sé un poco de todo, aunque más de algunas cosas.

"The "A" group" siempre fue cerrado, sólo quienes tuvieran por nombre y apellido uno que empezara con A podían entrar, yo no cumplía con los requisitos, pero logré integrarme, quizás fue porque yo nunca hablaba con nadie, y ellas sacaron su lado maternal conmigo, o quizás me vieron y dijeron "no importa el apellido" o algo por el estilo. Yo en ese entonces tenía una sola amiga, Ernesta, a quien tuve que dejar a causa de entran en este grupo, pobre Ernesta, por mi culpa se deprimió. Nunca volvió a ser la misma.

Estoy perdida en este mundo, no sé como me tratarán, ni como será mi futuro, no creo que pueda seguir fingiendo. Nunca fui amiga de Amanda, Armanda, Alicia o Amalia. Sólo estaba con ellas porque creía que me podían proteger, pero no pueden.

Creo que ya no me gusta el rosado, sino el negro. No tengo porqué alegrarme de nada, no hay nada bueno en este mundo. Vestiré de luto hasta el día de mi muerte, en donde me pondrán nuevamente mi vestidito rosado, que tantas alegrías me trajo alguna vez.



Andrea

¿Sonreír?

retomando un pequeño tema que una amiga dejó:

Iba por la calle, pocos sonreían, me dije: ¿por que no sonríen si el día es maravilloso?

Me di cuenta, ni yo sonrío. ¿por qué me cuesta tanto sonreír? Me respondí: "porque me siento mal, me tengo que ir caminando hasta mi casa después de dos horas y media de entrenamiento, porque es más fácil tener una expresión neutra, casi triste, antes que te miren cuando andas por la calle, porque... por muchas razones ¿porqué? por último porque sí."


entonces me dije "mañana me vestiré de sonrisas". Cuando salga de mis extensas horas de entrenamiento diré: "hoy estoy cansada, es cierto, pero me siento bien, hice deporte, gasté energías, mejoré mi técnica, trabajé en conjunto con mi equipo, ¿me siento mal?, bueno si me siento mal pensaré que hay personas que tienen enfermedades que son mucho mas dolorosas que solo un "me siento mal", ¿me van a mirar en la calle?, será porque soy linda, sino no es mi culpa, ellos son los que miran, no yo"


Cuando me dispuse a salir de entrenamiento ya había olvidado todo, no recordaba ni mi propia "propuesta de felicidad".


Cuando llegué a casa, después de haberme pasado una hora aplastada en el transantiago, caminando para tomarme el otro bus, despotriqué contra el mundo.


Entonces, como un pequeño recordatorio vino mi primita, la pobre no tiene ni cinco años y me estaba enseñando, <¡mira! una pipula> ¿una PIPULA? me dibujó un ojo.. y claro ella no podía decir pupila.. ella rió y se fue a su casa.. fue ahí cuando recordé mi propósito,me dije "mañana sí que lo hago"


Por segúnda vez me dije: " hoy cuando salga de entrenamiento..." por fin esa tarde me acordé, fui con mi sonrisa de oreja a oreja hacia mi casa (debo comentar que luego me dolían bastante los músculos de la boca), vi a una pequeña niña, le sonreí, ella me devolvió el saludo ¡que fácil era! cuando me bajé del primer bus miré al conductor y le dije "¡muchas gracias!" con mi mejor sonrisa y bajé.


cuando me subí al segundo bus noté que la atmósfera no era la misma que en el primero, ya no había niñita feliz que me respondiera la sonrisa, ni conductor amable que me respondiera con un pequeño gesto, había muchas caras largas, caras cansadas por el trabajo, por el estudio, por la vida me senté en primera fila con mis trensitas al viento y me dediqué a sonreír a la pared, en la siguiente parada se subió un par de abuelitos, como de costumbre les cedí el puesto pero me respondieron con un alegre: << ¡No! ¡no si todavía somos jóvenes! ¡no se preocupe! muchas gracias>>.



Encontré que esta pareja era adorable, no creo que haya estado ni un cuarto de lo cansados que ellos estaban, pero sin embargo se notaba que ellos tenían la experiencia de saber cuando dejar de sonreír, el resto (dentro de los cuales me incluía) no sabíamos , ni sabemos , cuando sonreír ni por qué vale la pena sonreír. me bajé de ese bus.



estuve cerca de media hora esperando a que el otro bus llegara (en realidad había pasado y me podría haber subido, pero comprenderás que no tenía ni la menor gana de aplastarme por las puras) cuando llegué me encontré con mi hermana, yo no sonrío por que sí con mi hermana cerca ( otro de mis miles de problemas la apariencia, maldito el día en que tuve que empezar a aparentar) , dejé mis reflexiones donde estaban. me bajé del bus como cualquier persona amargada por la vida (aunque me di el "lujo" de despedirme del conductor) y retomé mi vida normal en casa.