Amiga..

Amiga es esa que está contigo cuando lloras, esa que no te deja sola un momento cuando estas decaída, cuando estas triste o deprimida.
Amiga es esa que está contigo cuando te equivocas, que te dice, “oye te equivocaste, pero no importa vuelve a intentarlo”.
Amiga es esa que está contigo cuando te enfermas, te llama hasta que le dices que ya te sientes mejor.
Amiga es esa que está contigo cuando estas cansada, que se cansa contigo, que te acompaña.
Amiga es esa que está contigo cuando ella está triste, porque sabe que tiene una amiga que la va a cuidar, que la va a proteger y animar.
Amiga es esa que te llama cuando no está bien, cuando necesita hablar con alguien, al igual como lo haría contigo si la llamaras, a cualquier hora, cualquier día.
Amiga es esa a la que se le puede hacer la vista ciega cuando se equivoca, a la que se le alienta hasta las últimas consecuencias.
Amigas no hay muchas, pero las que hay te acompañan en todo, sin tener que estar todo el tiempo contigo, que piensan en ti y recuerdan buenos momentos, malos momentos, momentos melancólicos.
Amiga es aquella, que sin importar lo que ella piense sobre lo que te hace feliz, te apoya y te alienta a seguir ese camino, a bailar y cantar en vez de llorar y lamentarse, a gritar y reclamar por la felicidad en vez de sumirse en la depresión y someterse, a brillar y abrirse en vez de esconderse e introvertirse.
Amiga es una palabra mal usada, las personas dicen que tienen muchas amigas, eso no es posible, se puede tener muchas amigas a lo largo de la vida, pero las verdaderas son esas que desde que se conocen quedan en la memoria, pase lo que pase.

I don’t have many friends, but I know that somewhere someday I’ll have one great friend in my life.

glaciación

Hacía frío, hace mucho tiempo que el viento helado llegó. Las mañanas soleadas ya no calientan, la nieve ya no cae, pero se mantiene, las montañas ya no sirven para protegernos, nos impiden la llegada del calor.

Hace años que no llueve, que las flores no emergen entre la nieve, los niños ya no se ponen sus hermosos trajes veraniegos. Nos dicen que es la glaciación, la forma en que la tierra regula nuestro mal comportamiento de los siglos anteriores. La gente se muere, pocos somos quienes sobrevivimos al frío, sólo los mejores lo hacemos.

Recuerdo esa mañana, como si fuera ayer, me despedí de mis padres, como siempre lo hacía, no volvieron, hacía frío, pero más fría aún la carta que me envió mi hermano " Ma y Pa murieron, debes venir al entierro", eso era todo, sin "te quiero", sin tristeza, sin dolor. En el entierro no había nadie, sólo mi hermano, su mujer y yo.

Hace muy poco habíamos estado todos en el mismo lugar, en el mismo sepulcro, pero no eran mis padres los difuntos, sino mi esposo y mis hijos, mis sobrinos y primos. Somos los únicos que quedan en mi familia. El cementerio ya no da abasto, somos unos cuantos miles los que quedamos.

Recuerdo a Emilia, que sólo tenía diez años el día de su muerte,recuerdo cuando nació, recuerdo la esperanza de nuestra primera hija. Recuerdo a Juan Carlos, con sus constantes amores, sus innumerables "amigas", recuerdo como quería a nuestra hija. Recuerdo a Matías, el día de nuestra boda, lo nervioso que estaba, la felicidad en sus ojos, recuerdo su alegría, su cariño, su amistad, su voz, todo. Todo lo recuerdo de ellos.

Ocupo un cuarto sola, en una casa vacía, para poder recordarlos mejor. Los pocos que han sobrevivido a la tragedia viven juntos. Menos yo. Dicen que estoy loca, pero no es cierto. Mi casa está llena de recuerdos, de fotos, de videos, de cuadros, de sillones, de esquinas, de muebles, de cartas, de libros, de revistas. Todas ella me quitan el sueño, y me hacen dormir tranquila.
Hoy terminé de consumir el último paquete de chocolate que me quedaba, hace unos meses que lo había comprado a una viejecilla, a un muy buen precio por supuesto, el chocolate fue sólo un compañero de llantos, de quejas, de angustia. Un compañero pasajero, al igual que lo eran las personas.

Como extraño a mis amigas, ya nadie me habla, todos mandan cartas, cartas frías invitándome a entierros, ni a bodas, ni a bautizos, ni primeras comuniones. Los niños no sobreviven una semana fuera del vientre materno, a nadie le importa ya un entierro. Antes lo que fue un momento de profundo dolor ahora era un trámite cualquiera, como si fueran a pagar al banco una cuota atrasada. Como extraño a mis amigas, todas ellas ahora son los ángeles que me cuidan desde lejos, pero están tan lejos que, a pesar de sentirlas, me hacen sentirme sola.

Hace ya cinco meses que no veo a un hombre, sin contar a mi hermano. Vino aquí con una intención clara, traté de negarme, no pude, él fue más fuerte que yo, lloré de impotencia y de rabia durante una semana después de que él dejó mi cuarto, nunca olvidare esa sonrisa malévola de quien ya ha hecho un trabajo sucio y se va a descansar. Desde ahí que he contado los nueve meses, ahora me quedan sólo cuatro de ellos, tengo miedo .
No quiero aceptar lo que le pasará al ser que crece en mi vientre, simplemente no quiero, no quiero verlo morir, una semana después de nacido, por una neumonía, me niego a verlo. no tengo los medios para calentarlo, la calefacción del edificio hace años que no funciona, la leña está prohibida, sólo lo podría cubrir con las raídas mantas que tengo.

Creo que esperaré a ver que sucede, quizás suceda un milagro y sea el primer niño en vivir después de tanto tiempo, me las arreglaré, sí eso, yo podré crear el futuro. Arreglarlo, quizás incluso hacer un mundo feliz, no indiferente como el de ahora.

Tendremos que esperar, pero quizás valga la pena.

15 años

Escribo para que no me digan que no actualizo mi blog.
Hace bastante que estoy desinspirada, veamos que resulta de mi desinspiración..



Era una mañana aparentemente como muchas otras, toda la familia se había despertado temprano, como en cada cumpleaños de cada miembro de esta. Era el cumpleaños número 15 de Isabel, la más pequeña. Los catorce hermanos de Isabel estaban casados, ella ya tenía una veintena de sobrinos.
Como todo "concho" siempre había sido la niña mimada, era la número quince en su quinceavo cumpleaños, como podrán observar el número de esta familia siempre ha sido el quince.Toda la familia había alojado en la mansión Anderstone para estar con ella por la mañana, luego todos se irían a sus respectivos trabajos y hogares.

Los Anderstone eran una familia de lo más normal, a pesar de ser una familia reconocida por su riqueza y prestigio. Todos los niños de la familia sobresalían en inteligencia y carisma, en solidaridad y simpleza, en fin eran lo que se llama una familia perfecta, todos eran de este modo menos Isabel, ella era la única que no comprendía la importancia de todo esto, no comprendía, o no quería comprender, la importancia de ser reconocida, de tener prestigio, de ser amable incluso con quien te odiara, de ser un genio para las matemáticas, ciencias , lenguas, saber dominar perfectamente al menos quince idiomas.

Mis padres no estaban decepcionados conmigo, más bien esperaban que yo tuviera "algo" especial, algo que sólo se daba una vez cada quince generaciones, en un solo miembro de la familia, que no tenía las características del resto. Ellos esperaban ansiosos la llegada de "La Carta", su esperanza estaba puesta en ella.

Y llegó la famosa carta, tocaron la puerta, un pequeño hombre miraba expectante. Lo primero que dijo fue: "Eres igual a tu tataratataratataratataratatarabisabuela, los mismos ojos verde esmeralda, el mismo pelo chocolate, la misma boca rosada, la mismísima altura, agradecido estoy de vuestra compañía.", debo aclarar que yo no entendía absolutamente nada, nadie me había hablado de lo especial de este cumpleaños.

Mis padres hicieron pasar a el extraño individuo. Este les habló en privado de cómo sería mi educación de ahí en adelante, porque claro está que lo "especial" que yo era me impedía vivir con mi familia. Creo que luego mencionó que tendría que empacar absolutamente todas mis cosas para "desinfectarlas", así serían llevadas a mi nuevo hogar.

Mis padres me explicaron la historia y me ayudaron a empacar mis cosas, yo no quería separarme de ellos, toda mi familia lloraba, nadie quería dejar de ver a "La Pulguita". Abracé fuertemente a mis hermanos, a mis sobrinos y por último a mis padres. Ya eran las 8 am, yo tenía un viaje por delante y al parecer este era muy largo. llevé todas mis cosas a la puerta, si no mal recuerdo fueron cincuenta cajas repletas, tres jaulas de viaje (una con Airis, mi perro, otra con Ferr, mi boa, y la tercera con Raam, otro perro), diez maletas familiares para viajar, cinco coolers llenos de mis golosinas preferidas (la fruta del árbol Miarrs) y varios bolsos más.

Lo primero que me pareció extraño fue que el pequeño individuo no había traído ningún camión para llevar mis cosas, ni para llevarme a mí. Lo segundo que comprobó que el viaje no iba a ser normal fue que Marcos (nuestro extraño visitante) hizo desaparecer todo mi equipaje. Él me dio la mano y me llevó corriendo (una de mis actividades preferidas) hasta una cabaña abandonada que se encontraba a diez kilómetros de mi casa, estaba exhausta, siempre se me había dado bien el correr, tenía todas las marcas del colegio, pero nunca había estado corriendo al máximo de mis capacidades en tan grande distancia.

Marcos sacó una antigua llave, debe haber tenido por lo menos dos mil años. Nos introducimos en cabaña, ya no me parecía tan descuidada y vieja, había un toque mágico en ella. Sólo cuando se cerró la puerta me dijo unas palabras:
- Te están esperando, te llevarán a la otra dimensión, tus cosas te esperan. Por cierto eres la quinceava maga de la familia Anderstone, por ende tienes un poder mayor a las otras. Te encontrarás con muchos niños magos, pero no solo hay magos, ten cuidado con los hechiceros, aparentemente no hay diferencia entre ellos, pero son peligrosos. Buena suerte Isaa-

Me empujó por una puerta de roble macizo. entre en una habitación pequeña, llena de personas, en lo que parecía ser un consejo. Al parecer se alegraron de verme, me dijeron "Bien venida pequeña, por fin llegaste a casa, te esperábamos".

Un chico me llevó a mi habitación, al parecer la compartía con él, era muy parecido a un departamento, tenía dos habitaciones (una para mí y otra para Kay Diermissen), un baño enorme, una pequeña entrada, una cocina pequeña y una salita-escritorio. Mis cosas ya estaban ordenadas en mi habitación. Me enamoré perdídamente de Kay en cuanto lo vi, sus ojos claros, su pelo despeinado, su sonrisa, y por último su infinita amabilidad. Me ayudó mucho a adaptarme, me dieron una semana para ello. En esa semana lo pasé de lo lindo, quedé maravillada con los edificios que había en este nuevo mundo, si así se le podía llamar.

Al poco tiempo me acostumbré totalmente, Kay también me había demostrado su amor, pero me daba miedo pensar en alguna relación más allá de amigos, yo nunca había pololeado, y nunca le había demostrado a alguien mis sentimientos.

Empezaron las clases, me senté al lado de una niña, Nilaa, ella era una ninfa, al menos eso dijo ella, había llegado hace una semana, como yo. Empezamos con juegos y terminamos en un examen, así fueron todas las clases de ese día y de los que siguieron, juegos, luego examen. En muy poco tiempo noté que podía controlar algunas cosas sólo con el pensamiento, que podía cambiar de forma, todos podían cambiar a una forma específica, la mía era un águila y que podía leer el pensamiento de los animales y hablarles.

Al cabo de diez años Kay se tuvo que ir, ya había terminado su estudio, tenía veintiséis años, a mí me quedaba medio año antes de poder salir, lo aproveché para dar a conocer nuestra "casa" así se llamaba la dimensión en la que nos encontrábamos, Casa, nadie sabía porqué, sólo que quien estuviera ahí siempre sería parte de este lugar y se le recordaría como una familia recuerda a un pariente, a los nuevos alumnos que iban llegando.

Kay y yo nos casamos a penas salí de Casa, mi familia estaba muy orgullosa, mis hermanos lloraban cuando me vieron tan crecida, mis sobrinos se alegraron mucho de verme, aunque algunos eran tan pequeños que no sabían quien era, porque yo no me habían visto jamás. Ese mismo años quedé embarazada, eran trillizos, el trío Diermissen, Ritter, Roderick y Ula.
Ahora les estoy cantando canciones de cuna, mis niños no quieren dormir, creo que cuando duerma talvés pueda descansar un poco, quizas, si Kay no me necesita para algo, él siempre me necesita.
-Isaa, te necesito-
-Voy enseguida Kaa, deja que se duerman los niños con mi historia, luego iré a lo que necesites.-



No pongo fotos porque de por sí me salió MUY largo. Si puedo escribir así cuando no tengo inspiración espero nuca tenerla, porque no sé cuantos años tendría que pasar escribiendo para termiran algo.
saludos a todos los que se dignen a llegar tan lejos en esta lectura.

la respuesta era nada

Iba caminando un día, un día soleado de primavera. Me encontré con una niña, ella lloraba, estaba sola. Había muchas niñas cerca, la llamaban, pero ella no contestaba. Me atreví a preguntarle: "¿Niña que te pasa?" me respondió "nada". Me retiré en silencio y volví a mi casa.

Me encontraba en el tren, camino a Summerville, vi a una joven, sola, no lloraba, pero se notaba que lo había hecho mucho rato. La había observado durante largo tiempo, constantemente venían sus amigas, le abrazaban, le mimaban, le demostraban su cariño, ella las rechazaba. Me acerqué despacio, con la voz más dulce le pregunté "Jovencita, ¿que le pasa?", ella me miró, bajó la vista y calló. Me bajé en la siguiente estación, junto con la joven.

En el matrimonio de mi prima me fijé en una pareja que se había casado hace relativamente poco, todavía no tenían hijos. La esposa miraba todo con la vista perdida. la hice entrar en razón con un brusco: "¿A quién buscas?". "Nada" se atrevió a contestar, buscó raudamente a su marido y fue con él.

Fui con mi familia al colegio, posé mi mirada en una madre, estaba triste, abandonada. Quería decirle algo, pero no pude. Cada vez que su hija se daba vuelta ella la miraba con su mejor sonrisa, lo escondía. Le comenté: "Su hija no merece esto debe decirle la verdad, ¿Qué le sucede?" me miró enojada, me respondió con un frío "nada". me quedé callada ahorrandome los comentarios que surgían en mi.

Me invitaron a la celebración de los cincuenta años de matrimonio de unos conocidos. Me fijé en una señora de mediana edad, lucía hermosa, resplandecía por todo el lugar, pero de alguna forma sabía que algo andaba mal, su resplandecencia se veía opacada por la angustia, angustia de no sé qué. La sorprendí con mi pregunta: " Señora Ud. resplandece, pero su brillo se opaca, se opacará por siempre si no responde a mi pregunta. ¿Qué angustiosa situación está viviendo en este momento?" debo decir que no sólo la sorprendí, sino que la asusté un poco, no me respondió, pero habría dicho "nada".

Me encontré a mí misma llorando un día, yo tenía noventa años, me había pasado toda la vida angustiada por el pasado, por el presente y por el futuro, por el qué dirán, por las espectativas que tenía que cumplir. Lloré, lloré por no disfrutar la vida, por haber llorado, cuando debía jugar con esas niñas. Haber rechazado a mis amigas, cuando debía agradecerles por demostrarme que me querían. Por haber dejado de pasarlo bien, para evitar comentarios. Por haber escondido toda mi tristeza, en vez de dejar que me apoyaran. Por haber fingido bienestar, cuando no era así. Por haberme quejado la vida entera. Por haber respondido siempre "NADA".

Ahora me queda poco, sólo les digo a mis hijos y nietos que no sigan mi ejemplo, que lo siento, que los adoro, que son mi vida, y que me recuerden.

Su abuela, madre y amiga.
PD: Gracias por la vida que me dieron, que yo misma me he querido quitar.