A mi ADORADO curso

Les quería agradecer de alguna forma el regalo que me hicieron este jueves.. la verdad lo necesitaba muchísimo...

y como no sé como agradecerles les voy a escribir los acrósticos que hice para el curso.. (se acuerdan de ellos)... bueno.. no sé si es suficiente.. la verdad es que son muy pobres.. pero algo es algo ¿no?

Todas somos una y cada una
Está en todas.
Reímos, lloramos y
Crecemos juntas.
Es maravilloso poder
Recordar todos esos momentos. Cada día
Observamos los constantes
Cambios, las nuevas amistades, y pelas.


Tiempo, que tiñes todo de hermosura
Encuentros, que llenan la vida
Recuerdos, que es mejor olvidar
Consejos, que se clavan en la mente
Esperanzas que nos unen,
Riñas que nos matan,
Odios que se van secando,
Caricias que reviven.

un pequeño y pobre homenaje a mi gran curso...
las Quiero
Vale.

100 Mariposas

Cuenta la historia que hace muchos, muchos, años vivía una hermosa princesa, Meret. Su padre, el rey, debía casarla pronto, era costumbre en su reino que al cumplir el décimo sexto amanecer contrajera matrimonio, ella no quería, pero sabía que era su deber.

Un día de abril llegó el príncipe Seth, conocido por su crueldad y fiereza, todos le temían, todos menos la princesa, ella lo odiaba, por todo lo que hacía en contra de la naturaleza, en contra de la vida y en contra del amor. El príncipe pidió la mano de Meret, cosa que el rey acepto, porque ya se acercaba el décimo sexto amanecer y no había conseguido un pretendiente a la altura de la princesa. En menos de una semana ya se habían celebrado las fiestas de la boda, 7 días y 7 noches de glamour, danza, bacanales y alegría, como era debido para una pareja tan importante.

Pasaron casados unos pocos meses antes que el príncipe se percatara de que la princesa no quería vivir con el, entonces decidió averiguar qué era lo que ella más amaba y extrañaba. Ella en toda su ingenuidad le contesta:
Yo amo a mi padre, amo a los pájaros que cantan en los jardines del palacio, amo las puestas de sol, los bellos amaneceres, las cristalinas fuentes, los animales, las plantas, pero lo que más amo son las mariposas, sí las simples mariposas, claro está que también le dijo que lo amaba, no por que lo AMARA, porque el sentimiento de odio seguía en su corazón, pero sabía que si no lo decía le haría algo realmente malo a todo lo que ella quisiera.

Pasaron los días sin ningún evento digno de contar, semanas y semanas de protocolo, de conocer el nuevo castillo, de visitas inesperadas, de criados impertinentes y de tristeza, el príncipe se debatía entre cual de todas esas cosas era la que la hacía aborrecerlo.

Meret no podía amar a ese ser cruel, no podía aprender a quererlo, aunque cumpliera con todas las labores de esposa ella no era de él, nunca lo sería. El corazón de Meret tenía otro dueño, uno mucho más pequeño, más bello e inteligente, más amable y respetuoso, su príncipe azul estaba muy cerca, demasiado cerca, su amor pertenecía a un príncipe de lo pequeño, el príncipe de las cosas más sencillas y bellas de la historia, el príncipe de las mariposas. Seth intuyó el amor de su esposa por este ser perfecto, no sabía quien era, no tenía idea, pero lo descubriría. Varios meses antes había escrito todo lo que ella le había dicho, todo lo que ella amaba estaba en un trozo de papel, decidió que tendría que acabar con lo que ella amaba para descubrir quien era él.

Empezó envenenando al padre, fueron semanas de intenso dolor de hija, semanas de luto y silencio. Pero no era eso, nunca lo sería, nunca lo había sido, había matado un rey sin tener verdadera razón. Siguió matando pájaros, perros, gatos, ardillas, peces, y todo tipo de animales que vivían junto al castillo, no consiguió nada, nada que fuera de su agrado, sólo más crueldad de parte de su esposa, más silencios, más llantos, más odio. La trasladó a un cuarto oscuro, no había luz, sin amanecer ni atardecer, sin paisajes para ver ni fuentes que oír, era un cuarto en la última mazmorra, en el último sótano del oscuro castillo, pero nada impedía que la princesa siguiera amando a este ser, nada de lo que hiciera le quitaba esta esperanza tan suya.

Ya había acabado con todo lo que la lista le decía, el padre estaba muerto, los pájaros ya no alegraban con sus cantos el reino, ya no había animales, no había fuentes, no había amaneceres ni atardeceres para la princesa. Un día revisó por última vez la lista, las mariposas, era lo único que faltaba, algo tan simple, tan frágil. Ordenó la captura de todas las mariposas del reino, el envenenamiento de todas las flores y campos. La princesa entró en pánico, que pasaría si el príncipe Asim moría, le ordenó que se marchara, aunque esto le partiera el corazón, no deseaba que su amado príncipe muriera, no deseaba que lo único que había alegrado su existir desde el casamiento con Seth se fuera para siempre, le dijo que lo amaba, que lo necesitaba y lo extrañaría siempre. Él se negaba a irse, se negaba, no pretendía dejar a su princesa, a su amada. Sólo aceptó cuando ella accedió a su propuesta le dijo que le dejaría 100 mariposas de su ejército, cien maripositas de cristal que debía romper para que él volviera.

<> y después de decir esto se fue volando, recogió a todo su pueblo y se fu lejos.
La princesa lloró por muchos días cada vez que estaba sola en su mazmorra rompía una mariposa. Quebró 50 mariposas en 50 angustiantes días, cada vez que ella lo llamaba el le decía . Ella lloraba largas horas cada vez que él se iba, no lo soportaba, le dolía demasiado. El día 51 no pudo llamarlo, no se atrevía a romper una sola mariposa más, le recordaba que no le quedaba mucho tiempo, no podía malgastarlas, no era lo adecuado.

Pasó muchos días de angustia, muchos días de desesperanza y desazón, ella se veía cada vez más débil, no quería comer, no quería jugar, no quería conversar, no quería levantarse. Unos meses después de que Asim partiera de su visita número 50 el malvado príncipe la golpeó brutalmente, no sentía ningún dolor, tenía la piel hinchada y enrojecida, sabía que después del shock inicial el dolor sería insoportable, tuvo que hacerlo, gastar la mariposa número 51, Asim no sólo acudió en su ayuda, sino que la consoló y cuidó durante toda esa larga noche, le dejó todo su amor para que se curara, no le mencionó que sólo quedaban 49 mariposas, ya no tenía que hacerlo, ella había aprendido la importancia de las mariposas.

Siguieron episodios similares, ahora sólo le quedaban 2 mariposas, sólo las usaría en caso extremo, o en caso de que Seth muriera, si bien cada día el príncipe, que había contraído la peste negra, estaba más débil ella no se atrevía a hacerle nada. Habían pasado 5 años desde que el príncipe Asim (príncipe de todas las mariposas del mundo) volara alejándose de su amada, cinco dolorosos años en que sólo la había visto noventa y ocho veces, noventa y ocho días de 1827, un martirio, pero la espera había valido la pena, el príncipe Seth había muerto de peste negra, ya nada impediría que se reuniera con su amada.

Ella decidió que el día después del funeral de su marido sería el ideal para romper las dos mariposas restantes, las rompería al mismo tiempo, sólo para asegurarse de que él volviera. Estuvo muy nerviosa todo ese día, había preparado cada segundo de su encuentro, se pondría su hermoso traje verde, que a ella nunca le había gustado, pero era el vestido que usaba el día que conoció a Asim. Al momento del encuentro ella se veía nerviosa, los mismos sentimientos pasados afloraron, las mismas maripositas en la panza, la misma sonrisa, la misma excitación, era comprensible se adoraban y no se tenían, ahora se adoraban Y estaban juntos.

No pasó mucho tiempo antes de que se casaran, la fiesta no fue tan ostentosa como la anterior, pero cada mariposa se quedó con una parte de la belleza de ese día, con colores alegres y rimbombantes, con la delicadeza perfecta. Hasta el día de hoy se puede ver un poco de lo que fue esa magnífica fiesta.

Como es de esperar tuvieron muchos hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y sucesivos. Pero lo más importante…

Vivieron felices para siempre.

Mochila medio vacía

Hoy en la reflexión que hicimos después de el servicio me di cuenta de que yo no me siento ayudando a nadie cuando voy a los servicios, me pasa muy seguido sentirme "extra" en las diferentes actividades, en especial en lo que se relaciona con hablar con la gente.

Para este servicio decidí hacer algo diferente, siempre trataba de ir a el lugar que me resultara más fácil, el lugar en que me sintiera más cómoda, pero ahora me prohibí inscribirme en esos lugares más "fáciles" y decidí ir a donde yo sabía que me iba a costar más, porque estuviera donde estuviera no iba a hacer un gran cambio en el mundo.

En general en todos los servicios del colegio me despierto ultra nerviosa e hiperventilada, porque, aunque muchas veces me doy cuenta de que no lo paso bien en los servicios, siempre albergo la esperanza que de una vez por todas lo empiece a disfrutar.

Este año pasó algo extraño, fui al hogar psiquiátrico de mujeres del Hogar de Cristo, ahí nos recibió una viejita como si fueramos unas hijas a las cuales no hubiera visto en muchos años y por fin hubieran vuelto a casa. Quedé impresionada por el amor demostrado por esa señora, con la cual nisiquiera hablé, porque yo no iba preparada para eso.

una de mis facetas poco desarrolladas es la "solidaria de ir a ver", me explico, me cuesta mucho llegar para conversar con las personas, para conprovarlo le pueden preguntar a la Cata Fernández que pasa cuando quiero decir algo cara a cara, el hecho de no ir para algo específico, de ir a "estar" me complica MUCHO.

Y este miedo a cohibirme, a no saber que decir, a empezar a tartamudear en medio de todo, miedo de que no me pueda incluir y de que derrepente empiece a pasarlo realmente mal, me impide hacer otro tipo de obras sociales en las cuales quisiera participar. Un ejemplo de ellas es Semanas Culturales, donde mi hermana me ha invitado varias veces a participar, pero yo simplemente me siento incapaz de salir, aunque creo que pronto voy a porder hacerlo, porque este último año he crecido mucho en temas de relacionarse con el otro, antes si me ponian en frente a una persona yo me ponía fucsia y prácticamente no me salía la voz, ahora trato de sacar tema, de hablar, TRATO, no siempre me resulta, pero aveces noto pequeños avances.
Resumiendo todo lo dicho, tengo una mochila enorme, que está medio vacía, y está lista para empezar a llenarse.