Las Ventanas

Una ventana, qué elemento tan simple, pasa tan desapercibido como todo en nuestra vida.
Ventanas grandes, ventanas pequeñas y medianas, ventanas hacia el patio, hacia la calle, hacia el campo, bosque, nieve o la verdad hacia otra habitación. Ventanas que se abren, que se cierran, que permanecen abiertas, que siguen toda su vida cerradas.
Ventanales, tragaluces, y cuantas otras ventanas nos persiguen. En cada habitación se encuentran, en cada rincón de cada casa, en el baño, en la cocina, en la entrada, en todas partes. Aún cuando no estamos en casa, vamos a comer a alguna parte y las vemos, o no las vemos, pero sabemos que ahí se encuentran, vamos a clases, están ahí, en la esquina y en todas partes.
Las ventanas son un símbolo de apertura, de vida, a ellas les debemos el aire que respiramos cuando las abrimos para que entre una fresca brisa en primavera, o para refrescarnos en verano, en otoño nos permiten ver cómo un millar de hojas caen de los árboles, en invierno nos protegen del frío, del viento y la lluvia.
Nos permiten ver esos maravillosos momentos del día, el amanecer, con todo su esplendor y majestuosidad, el medio día cuando el calor abrazador nos protege, el atardecer, con esas magníficas y románticas puestas de sol, el anochecer con sus opacos y bellos colores, por último nos permite ver la luna, cuyo esplendor nos recuerda el día pasado, día que no se volverá a repetir de igual modo.
Pero tal como tienen esas funciones también tienen otras, la de muralla, de impedir el paso, la de ver como se alejan los amigos por el sinuoso camino, cómo se pierden a lo lejos, en nuestras casas hay ventanas que nunca se abren, son estas las que tenemos que desempolvar y tratar de abrir. Esas ventanas con función de muro son las crueles, las que no nos permiten vivir tanquilos, las que nos dicen "mira lo que hay detrás de mí, míralo, disfrútalo porque nunca va a ser tuyo", esas son las que hay que aprender a quebrar, las que hay que aprender a no sólo mirarlas sino a codiciarlas y buscar la manera de abrirlas.
Las ventanas abiertas son importantes, pero tenemos que abrir ventanas toda la vida, porque quizás cuando se cierra una ventana se abre otra, pero cuando se abre una no se cierra ninguna.
¿Cuántas ventanas tenemos abiertas?
Yo puedo contestar que muy pocas, pero no porque no se me haya dado la oportunidad, sino por el hecho de que por miedo, por vergüenza o por cualquier razón inventada me lo he impedido.
Las ventanas también permiten que nos vean, quizás yo no estoy tan dispuesta a que me vean, por eso decido abrir las menos posibles. Algún día abriré muchas ventanas, sólo ahí me daré cuenta de qué era lo correcto y lo incorrecto, de qué ventanas no debería haber abierto y de cuales me fueron escenciales.
Las ventanas me persiguen, quizás sea hora de abrir una nueva...

1 comentario:

Catalina Fernández dijo...

el principio me recordó a un comercial
pero no me acuerdo de cual
pero me imaginaba toda la secuencia de ventanas.

conste que el dicho dice, que la ventana es lo que se abre cuando una puerta se cierra.