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Todos le decían que ella era alguien, pero ella no los escuchaba, no quería hacerlo, porque no lo sentía así. Ella creía firmemente que no valía la pena ser como ella era, que ella era una porquería de persona, que cualquier cosa en el mundo era más valiosa que ella.

La vida le había enseñado a refugiarse en esa visión de perdedora, esa visión de ser un objeto que se puede usar para cualquier cosa, un trapo viejo y sucio que a nadie le interesaba y que todos usaban para su propio beneficio, la niña aprendió a callar las injusticias, a dejarse usar por las otras.

Nunca se quejaba, pero cuando lo hacía se descontrolaba, no había nadie que parara la furia que sentía, la injusticia sin reclamar le dolía, pero no era capaz de enfrentar a nadie, las pocas personas que se toparon en su camino las veces que ella “explotó” notaron que la pobre era una olla a presión reventando, que el callar le había hecho daño.

Un día se dio cuenta de que la usaban, pero decidió callarlo, para ver cómo lo hacían las diferentes personas, para descubrir por qué lo hacían ¿qué tenía ella tan “ocupable”?, nada especial, concluyó, sólo soy muy fácil de persuadir, quiero con demasiadas ansias ser incluida, por eso soy fácil.

Quizás la niña no quería ser utilizada de nuevo, pero no sabía que decirles a las personas que lo hacían, no estaba en su naturaleza reclamar dignidad, ella quería amigas que no fueran por conveniencia, pero por más que buscaba no lograba encontrarlas. Quizás las buscaba, pero tenía la vista ciega a las personas que estaban a su lado…

Personas que no la utilizaban, que la apoyaban en silencio, que le daban miradas consoladoras, que se quedaban al lado aún cuando nadie quería estarlo, esas miradas son las que la sacaron de ahí, de ese círculo vicioso de temor y rabia, de angustia y resignación, que la hicieron ver mariposas de colores, anocheceres rojizos y cielos despejados.

1 comentario:

Valentina Danker dijo...

Uuuuu q lindo te quedó vale, como que se quedo una parte de ti en las letras.

Te felicito y me alegra saber q te sientes querida